Selfieadictos y otras criaturas terrenales...
En el imaginario colectivo “social” aún tenemos reciente a Matt Harding, ¿un ególatra de las redes? o ¿uno de los precursores del selfie? Como recordaremos, Matt, mientras viajaba pedía a otros que le grabasen un vídeo bailando en los lugares más emblemáticos. Los vídeos pueden encontrarse en wherethehellismatt.com.
Matt se convirtió en una sensación internacional a través de sus vídeos.
El fenómeno selfie no se circunscribe exclusivamente a las personas. Todos recordamos igualmente al “enano” de la película Amélie. La protagonista del film, Amélie Poulain, robaba a su padre su adorado gnomo del jardín y se lo regalaba a una amiga, azafata de vuelo, para que le fotografiase en todos sus viajes. Luego, le mandaba las instantáneas a su padre. El desconcierto estaba asegurado.
El fenómeno selfie, como vemos, tiene sus reminiscencias en el “yo estuve aquí” aunque sean otros, y no uno mismo, los que registren el momento.
Ahora, con el selfie que eclipsó los Óscars, el término selfie se impone y generaliza dejando atrás lo que siempre hemos conocido como “autofoto”. Está de moda decir que te has hecho un selfie, incluso cuando son otros los que toman la foto de tu ego. Recordemos que el “self”, en inglés, significa literalmente “ego”.
Sin embargo, como toda moda, también tiene su punto de perversión. De hecho, ya existe el primer “selfieadicto” de la historia. Se llama Danny Bowman. Este joven británico de 19 años, dedicaba hasta diez horas (más que una jornada laboral) a hacerse selfies. El joven intentó suicidarse porque no era capaz de captar “la imagen perfecta”. En la actualidad, lleva siete meses sin tomarse una foto y está desintoxicado, desde el punto de vista tecnológico.
Narcisismo, egolatría, soberbia, egocentrismo…¿selfie?